dimecres, 24 d’octubre del 2018

Fum negre


Le brotaban de la garganta articulaciones sonoras que, de no haber conocido yo a este personaje, hubiera pensado que eran ruidos ajenos a cualquier convención social. Pero eran palabras. Me detuve a escuchar, con paciencia, aquello que el protagonista de este pequeño texto trataba, no sin éxito, de comunicar.

"És ja tard, noi. Tanca les finestres. Són més de les deu, van a ser i mitja."

Obré de acuerdo a su voluntad, resignado. Cerré con ahínco las ventanas.

Ya estábamos a oscuras. Joder. A oscuras.

La mañana siguiente aquel despojo había perecido y desaparecido. No quedaba ni rastro de él en la estancia. Creo que quizá había decidido evaporarse, pasar de un estado primero sólido, luego líquido, para terminar siendo un negro humo que se habría disuelto entre el aire puro de la noche, que no distingue de colores.

dissabte, 20 d’octubre del 2018

WTF?

Barrió de un violento manotazo la jarra llena de vino que había en la mesa. Cayó al suelo, fracturándose el vidrio y desbordándose el líquido por el blanco suelo.

La escena se presenta inquietante. No sabemos qué pasó antes, ni cómo ha de seguir, pero las breves pinceladas con las que contamos no parecen augurar demasiado bienestar reinante.
Nos llegan nuevas desde el salón donde habíamos empezado a seguir la historia:

Un agudo grito clamó al cielo. La mujer sentada en un extremo del salón, maniatada y prisionera, tenía pavor ante los sucesos que se desarrollaban ante ella.

¿Quién puede ser esta mujer? ¿Por qué maniatada? Volvemos a no saber casi nada de la narración, pero ya tenemos más ingredientes que antes para desarrollar elucubraciones acerca del acto en cuestión.

El vino seguía expandiéndose, líquido, por el suelo. Uno de los dos hombres parecía enfadado, el otro, taciturno, tenía un semblante serio que tenía pinta de misterioso, pero tranquilo.

¿Qué conexión hay entre los dos hombres? Y- ¿la mujer? ¿Por qué hay tanta diferencia anímica entre los dos personajes masculinos? ¿Sabremos el nombre de alguno de los representantes de la obra?

Jack comentó tranquilo: "volverá, tranquilo, Kirtash, que volverá." La mujer mustió un gemido aterrado. Trataba de desasirse de las cuerdas que le ataban a la silla, sin éxito alguno. Kirtash la miró de soslayo, con una mirada que rayaba el desprecio. "Jack. La puta noticia que acabo de recibir de Schiller por WhatsApp desmonta todo nuestro plan", dijo Kirtash.

¿Una noticia? Ya tenemos un elemento más con el que contar al tratar de entender lo narrado. Alguna conexión tienen los mencionados con un tal Schiller, y la mujer debe de ser algo así como una rehén. Pero aún podríamos imaginar muchísimas cosas más, más allá de la poca información con la que contamos. Habría infinitas posibilidades. Pero el autor quería acabar rápido y mal, pues tenía que irse a cenar. Nos deja, como repunte final, unas escuetas frases:

"Esto se acabó, Jack. Se acabó, joder. A tomar por el culo." "Tío, no. No hagas eso..." La mujer abrió los ojos como platos...y contempló cómo Kirtash cogió el teléfono móvil por el que había recibido la noticia del tal Schiller y lo engullía, literalmente, sorprendentemente con éxito.
Jack y Kirtash se levantan. Liberan a la mujer de las cuerdas y los tres se agarran y saludan al público, que aplaude con efusividad.

Y- ¿Qué ha pasado? Ni idea. Cuéntatelo tú.

divendres, 19 d’octubre del 2018

Mirades

Lanzó el cigarrillo por la ventana, que cayó en el centro de la plazuela, rebosante de personas. Exhaló la última bocanada de humo antes de cerrar la ventana y dirigirse al interior de su ático. Se sentó a reflexionar en su diván, pensando en aquellas miradas con las que se había cruzado a lo largo de la jornada. El contacto visual: la manera en que las ánimas conectan.
Los ojos...dos ventanas abiertas al alma...cavidades impresas en el rostro bajo las cuales se retuercen las vidas, la historia de cada ser, su batalla cotidiana. Tanto con tan poco...una mirada bastaba para imaginar, elucubrar acerca de aquellos caminos personales, para dibujar en un lienzo imaginario los trazos de personajes de novela.
Fue al lavabo. Allí, frente al espejo, se plantaba una mirada inquietante. Bajo ella no había ningún misterio, todo semblaba claro. Reconoció su reflejo: lo repudió. No quería tener certezas absolutas frente a la mirada de nadie (ni siquiera ante la suya propia), quería tener suficiente espacio como para plantear una ficción que le permitiera seguir viviendo en aquel espacio resbaladizo y líquido que era su mente, ansiosa de fluir, libre, por los paraderos de la hipótesis. Podríamos decir que el protagonista de esta breve erupción era propenso a vivir en paralelo a la razón y su imperio implacable.