Encontré ayer un pequeño bloc de notas, en el tren. Me
quedé bastante prendido con su contenido, que reproduzco a continuación. Parece
la preparación de un proyecto más amplio y largo, pero alguien lo ha, sin duda,
perdido. No es de interés general, pero es curioso. Lo encontré en el trayecto
de Villalba a Torrelodones. Lo comparto:
.
Saludos,
lector. He de confesar, de primeras y a botepronto, que no soy un buen
narrador, menos si cabe para hechos que viví en un pasado, en primera persona.
Pero quería dejar constancia de algunos recuerdos de mi pasado, algunas impresiones
que, si bien ahora resultan difusas en mi cabeza, trataré de recomponer para
que tú, que has decidido prestarme atención, puedas reflexionar sobre aquellos
fragmentos de mi frágil memoria que me han parecido de cierto interés.
No pretendo
narrar una historia, es por eso que, para amenizar la lectura, crearé pequeñas
islas basadas, algunas de manera casi imperceptible, algunas con una gran
conexión, en cosas que percibí en mi corta vida.
Ahora escribo
desde el recuerdo, desde la comodidad que otorga el no-ser, el no-estar, desde
las tinieblas, donde todo se ve más claro. Espero crear, de manera convincente,
fragmentos sueltos de deliberaciones que cada uno puede deconstruir,
recomponer, pasar por alto o analizar. Será breve. Gracias.
@
“Volvió ayer”, musitó débilmente A. “No le
esperábamos, pero volvió”.
#
La reaparición de aquel personaje a la vida del pueblo
había ocasionado gran tumulto entre los oriundos. Se sorprendieron, notando que
aquel hecho podía causar cambios en sus apacibles vidas, incuestionadas largo
tiempo, ya que habían olvidado la oratoria de P., de cómo hacía remover las
entrañas de sus pensamientos. La noticia de la vuelta del señor P. se propagó
de manera rápida, breve, veloz, rauda, y pronto los viejos conocidos del
misterioso personaje tuvieron ocasión de verle con sus propios ojos,
comprobando que las habladurías eran, en efecto, veraces. Los recuerdos que se
tenían de P. eran difusos, pero a la vez marcados. En su día, dejó estupefactos
a los habitantes del pueblo.
$
Era una pequeña localidad la orillas del río …, en la
cual la vida política era marcada por la incomprensión de las gentes hacia los
acontecimientos que necesitaban de coordinación general. Por tanto, reinaba un
cierto desorden. La filosofía que incumbía al día a día era simple. No había
apenas reflexión que fuera de cierto calibre(…)
%
Por eso, acusaron la primera llegada del señor P..
Trastocó, con su oratoria, las pobres y adustas convicciones de muchos de
ellos. Pero un día, sin previo aviso, marchó, dejando tras de si una gran duda
que no habíase planteado previamente en aquel pueblo a la orillas del … .
&
“¿Avanzamos, queridos hermanos, en una dirección?
¿Partimos de cero, y somos constructores de nuestro fluir vital, o hay una
fuerza suprahumana que dicta el sino de nuestro existir?”
/
“¿Creéis en el número cero? ¿Es necesario, no es así?
Pero sólo es una ilusión, una mera idea, un ente abstracto cuya función reside
en ejercer de base, para construir algo. Sin la nada no podemos imaginar el todo.”
*
La casa de A. estaba situada en la plaza mayor del
pueblo. Había albergado ya a su familia en generaciones anteriores, y ahora la
habitaba él.
=
“Hola, muchacho. Cuánto tiempo. La última vez que
coincidimos eras prácticamente un niño, pero el tiempo ha causado mella en ti,
como es natural.” “¿Qué quieres ahora de mí? ¿Qué te ha llevado a visitar
nuestro pueblo de nuevo, tras los estragos que causó tu presencia en tu última
visita? Ya estábamos casi repuestos del daño que inflingiste con tu primera llegada.
Sabes de sobra que aquí no eres bien recibido…” “Escucha, O.”, susurró P. “He
traído nuevas del extranjero, las cosas están cambiando a ritmo galopante en lo
que a pensamiento se refiere. La gente ya no cree en los viejos valores, todo
el sistema moral se está desmoronando. Y hay que adaptarse a ello.”
}
Al alba, (…) se puso a plasmar sus deliberaciones
sobre papel. Escribía para aclarar sus pensamientos, pero llegó prontamente a
la conclusión de que plantear las cuestiones que le traían de cabeza en sólidas
sólo hacía más grande su confusión, pues, a medida que iba desarrollando las
divagaciones, mientras trazaba con paso inseguro aquello que creía que podía
tener sentido, se desmoronaba sin remisión lo que antes parecía no poder ser
bajado de un pedestal. Era así como iba avanzando en sus pensamientos, a
ciegas, tratando de palpar, aunque fuera mínimamente, aquello que parecía no
poder ser nombrado.
ª
“La única certeza que os ofrece la vida, el existir,
es que, pronta o tardíamente, moriréis, dejaréis de existir físicamente. La
dama negra os envolverá con un su velo para llevaros con ella. No tengáis
miedo, pues, de aquello inevitable. Se debe tener miedo de aquello que
podríamos evitar, de aquello que está en nuestra mano, lo inevitable deberíamos
de asumirlo con calma, sin alterarnos. No seamos… cobardes no es la
palabra…hmmm…, pusilánimes frente a la vida, frente a la muerte. La muerte no
es la otra cara de la moneda frente a la vida, sino que es una consecuencia natural de ella. Honrémosla como honramos
al nacimiento.”
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